lunes, 20 de octubre de 2008

Viviendo en el pasado como El gran Meaulnes

Orignalmente publicado en: http://www.puntodeequilibrio.com.pe/punto_equilibrio/01i.php?pantalla=noticia&id=15693&bolnum_key=26&serv_key=2100

"Este fue uno de mis primeros textos que hice para este blog. Aún de carácter halciónico e indigno de ver la luz pública, fue publicado en la edición número 98 de la revista Punto de Equilibrio de la Universidad del Pacífico Lima-Perú .

Espero que sea el primero de muchos más escritos que logren motivar a quien lo lea un poco de meditación, interpretación; pero, sobre todo a que llegue a su propia respuesta a la interrogante que casi siempre planteo y dejo en el tintero en lo que plasmo y figuro en mi limitado lenguaje escrito."

Por: Gino Bragagnini - Escritor

La vida ha cambiado. Si la miramos retrospectivamente y la comparamos con nuestra existencia actual, con certeza se puede afirmar que esta ha cambiado. Puede ser en un nivel de detalle o en uno radical, pero nuestra vida nunca es monótona.

Desde cosas triviales como con qué personas interactuábamos hace un año en relación a hoy, hasta las horas que programamos para diferentes actividades en el día, todo muta, todo es volátil. A veces, no nos damos cuenta; sin embargo, nuestra vida ha cambiado.

Si bien la vida cambia, aferrarse al pasado y rechazar lo que el futuro nos depara es un tema recurrente. Es decir, no importa cuántas veces añoremos algún hecho o momento, este no volverá.

Con esto, recuerdo al protagonista del libro El gran Meaulnes[1] del francés Alain Fournier:

Meaulnes, buscador de la felicidad, se aferró tanto al momento feliz; a un recuerdo en el rincón de las memorias placenteras, al enamorarse de una joven de inefable belleza en una recepción matrimonial en la cual entró como fisgón. Esta experiencia cambia su existencia para siempre. Sin darse cuenta, él comenzó a vivir solo para revivir ese recuerdo, sin ver hacia adelante. Cuando se reencuentra con su amada, de manera implícita, nos damos cuenta que el pasado no puede regresar, ya que es un recuerdo de lo que ya pasó. Podemos revivirlo en nuestra mente con riqueza de detalles, podemos degustar té y magdalenas, pero no volverá .

Meaulnes vivió aferrado a su pasado y a una deuda con Franz; uno de los personajes de la novela, a quien debe su “recuerdo feliz” y la promesa de buscar “juntos” esa felicidad; de aquellas que solo se pueden pagar con el honor y la propia sangre.

Meaulnes desperdició la oportunidad de ser realmente feliz al lado de su amada que llegó a reencontrar, por creer en una esperanza del pasado que jamás volvió; no obstante, encontró al final de la novela un camino hacia el futuro, cuando su amada muere y descubre que aún tiene “aventuras por vivir” al lado de su hija, que llega a conocer luego de un largo viaje en búsqueda de resarcir su recuerdo del pasado y su promesa a Franz. Meaulnes parte con su hija en brazos y se pierde en el horizonte a vivir el futuro.

¿Por qué tienen que pasar golpes en la vida para darnos cuenta de que pudimos ser felices? ¿Por qué el pasado tiene ese poder tan hipnótico de hacernos caer en esperanzas vanas de momentos felices que no volverán? ¿Somos tan ciegos que el pasado nos nubla la vista y perdemos la oportunidad de ver la luz al frente de nuestro sendero? La luz sí existe en la vida, pero esa luz es un momento feliz hacia adelante, que tiene una duración finita. No podemos retroceder para poder encontrar esa luz.

La felicidad es un momento que, mientras dure, debemos alcanzar y vivir a plenitud. Es la luz que aparece y nosotros corremos tras de ella hasta alcanzarla. No obstante, a veces somos como Meaulnes y vivimos aferrados al pasado, sin darnos cuenta de que no avanzamos y vivimos más en penumbra, con la esperanza en nuestra cabeza de la luz pasada, como luciérnaga que vuela alrededor de una ciénaga desolada y sombría en busca de otras como ella.

El pasado no volverá, estará vivo en nuestra memoria, pero siempre hay una esperanza de recuerdos nuevos tan o más felices que los anteriores, si estamos dispuestos a caminar hacia adelante. Tal era la idea de Fournier. Sin embargo, la Primera Gran Guerra le arrebató la oportunidad de plasmar las futuras aventuras de El gran Meaulnes.
Imagen: Alain Fournier en sus años mozos - Fuente - Wikipedia

[1] Le grand Meaulnes, en la lengua tradicional, el texto fue publicado por primera vez en 1913, en la edición Julio-Octubre de la Nouvelle Revue française, Paris.

lunes, 11 de agosto de 2008

La dualidad de Janus



Las personas no pueden controlar el amor y el odio sólo con su mente y raciocinio. Las almas se manifiestan, se alimentan y sobreviven a través de los sentimientos, todos ellos. Ignorar ciertas emociones provoca que nuestra alma esté incompleta, incluso a expensas de causar daño y destrucción sin desearlo, tanto a nosotros mismos como a terceros.

El ser humano está lleno de dualidades: amor y odio, egoísmo y abnegación, caos y orden, vida y muerte, luz y oscuridad. Dichas dualidades no representan extremos opuestos, representan manifestaciones del todo. La dualidad, como se ve en la concepción pan andina (reciprocidad y el ciclo) y en el karma hindú (relativismo del karma), es un círculo en el cual dichas manifestaciones son un punto en tal círculo; ya que es un punto en este, es una parte del todo y calificarlo a través de etiquetas positivas y negativas resulta en arbitrariedades y absurdos contradictorios, ya que la dualidad es como 2 caras de la misma moneda, 2 manifestaciones que parecen contrarias, no obstante, son cada vez más semejantes si estás son muy intensas.

Cortar un círculo en mitades iguales; negando un lado de círculo y exaltando el otro; limita la percepción, los sentimientos, los esquemas de pensamiento, las manifestaciones del alma. Es decir, negar un lado de círculo, para convertirlo en la mitad de uno. Ya que en un círculo, un punto es similar al otro al formar parte del todo, al negar ciertos puntos del círculo “negamos” puntos y enfoques, sentimientos y emociones que al encontrarse en puntos espaciales distintos podrían ofrecer un enfoque similar y diferente a la vez, es decir, opciones que no deberían descartarse ya estas tienen elementos que deberían considerarse.

Así como la mitad de un círculo nunca llegará a ser un círculo, ya que siempre será dentro de un estado de cosas la mitad de la cosa, deja de ser la cosa en sí para ser algo distinto, no obstante parte de algo más grande ya que el estado de cosas siempre no ha variado. De igual manera, se trata el alma al parametrar sus comportamientos y sentimientos, esta se convierte en algo distinto y limita su potencial y manifestación ¿a una media alma quizá? ¿Tal vez por ello el ser humano se siente incompleto al parametrarse a través de conceptos pre establecidos por la moral?

Abre tu mente y acepta la verdad: Un sentimiento necesita del otro; todo forma parte del todo. Ese es el camino que Janus nos muestra. Aceptar esta verdad es destruir viejos paradigmas y renovarlos por la integralidad ¿el ser humano está preparado para ello?

Magill Luminis

lunes, 17 de marzo de 2008

La resistencia frente a la banalidad

(1ra revisión)

Me han tocado vivir tiempos duros, tiempos de debacle. Lamentablemente en mi entorno observo la decadencia en términos éticos, morales e incluso legales. Debido a que la apatía no es una de mis desvirtudes, quiero dejar de ser un agente pasivo y colaborador de dicha banalidad que me rodea a mi y a mi entorno, hacer algo constructivo y resistirme a la decadencia. Además siento una culpabilidad pasiva por la creación de esta banalidad y por ende responsable de erradicarse. No obstante, si bien tengo claro la necesidad de resistencia, veo muchas formas de resistir, muchas formas de hacer frente a la banalidad...desde una resistencia a todo dar hasta la resistencia de caracter maquiavélico:

Maquis - La résistance française: Una resistencia total




Luchar frente a la banalidad que me rodea a través de una resistencia "armada", conjunta y grupalmente variopinta. Una resistencia que implica enfrentar la banalidad como guerrilla, con un grupo que tenga en común la repulsión hacia la banalidad. La resistencia se enfrentaría a la banalidad golpeando sutilmente y sistemáticamente en un inicio y, cuando lo amerite, frente a frente en un conflicto total y frontal. El objetivo final de dicha resistencia es aplastar y erradicar la banalidad.
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Como ventaja esta resistencia puede tener resultados favorables en términos de influencia y poder, ya que como grupo se pueden lograr grandes resultados; la voz de un grupo, especialmente si tiene legitimidad, puede ser muy poderosa y hacer un eco sin precedentes. Por otro lado, la principal desventaja de una resistencia de este tipo son los conflictos de intereses dentro de un mismo grupo, conflictos por diferencias tanto de forma como de fondo. Esto sucede debido a que el motor denominador es la pasión contra la banalidad; sin embargo no hay una ideología u otro medio estandarizador que permita que el grupo tenga un norte y una forma sistemática de atacar la banalidad. Esta falta de concenso y disidencias pueden ser de caracter mortal para la resistencia y conllevar al fracaso.
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Los conflictos de intereses dentro de una resistencia total traería como consecuencia entrar en un juego de poderes y en un baile de máscaras (léase hipocrecía) y terminar convirtiendo al conflicto contra la banalidad en una "campaña" que podría llegar a todas partes y a ningún lado como norte, es decir una resistencia por la mera y terca necesidad de "resistir", con 2 enemigos en común: la banalidad y el grupo mismo.

Capitán Harlock (o Raymar para algunos): Una resistencia fantasma, una resistencia del corazón



Una posición lamentablemente derrotista, pero unipersonal. Puede ser que mi afrenta frente a la ola de banalidad que invade mi entorno sea imposible de detener. A veces, no importa el deseo ya que el sistema, la ola, la vorágine o la nova sobrepasan incluso a la voluntad más férrea (concepto tal vez fatalista, sin embargo se puede dar en la realidad). Aceptar eso de antemano quiere decir que cualquier lucha y afrenta, directa o indirecta, está destinada al fracaso.
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No obstante; la moral personal, el deseo de proteger lo correcto, lo justo y lo excelente; a pesar de la adversidad; es un deber sagrado, a pesar de que a largo plazo la suerte está echada (ya que la derrota es innegable por el paso del tiempo). El concepto del deber frente a la adversidad, puede hacer que se luche y se resista como "abanderado y símbolo", dentro del corazón y como un modelo al resto frente a la banalidad (es decir como Harlock, un pirata del espacio para algunos y para otros como el último abanderado de decencia que queda en la tierra).
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Si bien la banalidad nos cubre y no podemos hacer nada, podemos no aceptarla y negarla en nuestros corazones por el amor a todo lo que la ausencia de la banalidad representa. Este tipo de resistencia, a diferencia de la resistencia total, tiene como objetivo que la banalidad no "triunfe" por completo, de que la banalidad no sea omnipresente. Es una resistencia por deber, pero carente de esperanza, es hacerlo porque uno no quiere que la banalidad sea total.
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Este tipo de resistencia individual representa la respuesta del objetivismo frente a un colectivismo sin sentido al estilo de los personajes de las novelas de Ayn Rand, como el arquitecto Howard Roark en su afrenta en contra de la mediocridad colectiva o como John Galt y su defensa del postulado aristotélico "A es A" con respecto a la naturaleza humana. Esta revolución individual es una querella para defender lo correcto y la moral que han sido reemplazadas por la impunidad y el facilismo por el "bien colectivo".
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Sin embargo, este tipo de resistencia unipersonal termina cuando la persona que resiste termina por desistir o muere. Además, esta resistencia es de caracter moral, de principios, pero no busca terminar con la banalidad. Citando al buen Harlock cuando le preguntan porque pelea, porque se resiste: "Si te lo dijera, no lo comprenderías."

El Barón Ungern Von Sternberg: La resistencia aristocrática, la resistencia contra-resistencia


Interesante ejemplo histórico es el del Barón Ungern Von Sternberg, el Barón Sangre. En 1917, este aristocrático de la vieja guardia, al estar en contra de los bolcheviques y de la división blanca "ex-ante" oficialista, decidió crear su "División Salvaje", La división de caballería asiática, para salvar la sociedad occidental de la decandencia y corrupción a través de la reinstauración del orden a través de la monarquía. Fue una resistencia de forma y de fondo en contra de las revoluciones socialistas bolcheviques que pululaban Europa Oriental luego de la Primera Gran Guerra.
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Ungern Von Sternberg creía firmemente en que el mundo occidental necesitaba una revolución, pero a su vez creía que la monarquía aristocrática (la del concepto griego) era el único postulado y bastión de orden posible dentro del caos colectivo y banal que los bolcheviques propugnaban. En base a esto el Barón Ungern Von Sternberg creó una resistencia bajo sus términos, sus objetivos, rodéandose en un inicio de los aristócratas y soldados que tenían los mismos ideales que él. En un inicio logró mucho con su resistencia al convertirse en el monarca de Mongolia en 1921 y en el bastión en contra de la banalidad colectiva del resto del mundo.
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Si bien, el Barón Ungern Von Sternberg tenía grandes excentricidades; como por ejemplo creer que era la reencarnación de Genghis Khan; ello no desmerece su resistencia contra-resistencia. Tal vez el Barón y su excesivo sincretismo de ideales nacionalistas ruso-mongoles-chinos desvirtuaron su camino, no obstante decidió resistir y hacer lo que él consideraba que era correcto y eso era detener el avance de la banalidad socialista.
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Podría seguir el ejemplo del Barón y crear una revolución de fondo y de forma, que esté acorde a mi forma de pensar y que no sea una resistencia "por resistir". Una forma de resistir que podría ser incomprendida por el vulgo, pero que sea correcta dentro de mi corazón y dentro del corazón de los que sigan la idea de la resistencia. No obstante, la debilidad de esta resistencia y el error fatal del Barón Ungern Von Sternberg es la necesidad de fuerza a través de adeptos y de convertir este tipo de resistencia a una "resistencia total".
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El Barón Ungern Von Sternberg tuvó que rodearse de soldados que no compartían su sueño y que al final terminaron traicionándolo. Una resistencia para que pueda tener éxito necesita de personas que ayuden que esta empresa se pueda llevar a cabo bajo el riesgo de que estas no compartan realmente el fondo y la forma de la resistencia. Lamentablemente esta resistencia al ser tan "sui generis" sufre de la necesidad de "mano de obra", más que en la resistencia total o en la unilateral.

Lorenzo de' Medici: Equilibrio de poderes, la danza de los actores en la palma del iluminado.


No tan resistencia, sin embargo el lograr el equilibrio de poderes, una especie de "pax" en la cual los actores danzan como los peregrinos en la mano de Buda, de la cual no pueden escapar. El florentino Lorenzo pudo lograr el control total de los comerciantes, los lombardos, el clero e incluso los disidentes de su propia familia para lograr el control total de la Florencia comerciante y variopinta. Lograr un equilibrio de poderes a través de la manipulación, política y una danza de máscaras tiene un fin loable, sin embargo la forma de llegar a dicho "equilibrio" es ruin y lamentable. Algunos pensarían que el bien mayor vale dicha senda, pero dentro de una moral objetivista, es inaceptable.

Al margen de que idea de "resistencia" elija, me pongo a leer toda la maraña de ideas caóticas y desmesuradas en vueltas, y me pregunto ¿está bien toda esta "filosofía ociosa" sin que haga realmente algo al respecto frente a la banalidad? Espero que esta disertación entre mis estados de conciencia me permita dar el primer paso...empezar a resistir.

Magill Umbra

miércoles, 27 de febrero de 2008

Acto solidario, egoísmo innegable

Después de un largo hiato, me animo a entrar de nuevo a una fase creativa luego de recibir una inspiración de Polyhymnia, la musa de la retórica. Con ello presento este texto corto sobre la solidaridad:

Alguna vez se han preguntado ¿acaso no todo acto solidario encierra una huella de egoísmo? Al realizar un acto solidario, sin proponérnoslo, somos egoístas. Esto se debe a que todo acto solidario encierra siempre un fin ulterior (implícito o explícito) que denota que ninguno de estos actos son enteramente abnegados por mucho que queramos que sean así.

Si hablamos de la solidaridad, debemos denotar que esta es un valor y como tal está atado a un código, a una forma de actuar o pensar. Por ello, la ejecución de la solidaridad encierra egoísmo, ya sea para lograr un impulso positivo o evitar un impulso negativo.

Entonces ¿por qué los actos solidarios encierran este egoísmo? Una de las razones es que al realizar un acto solidario se obtiene (concientemente o inconcientemente) satisfacción personal, uno se siente bien con uno mismo al ser solidario. Por otro lado, uno puede llegar a ser solidario para tratar de evitar los cargos de conciencia que acarrea el evitar ser solidario. Si una persona sigue un código moral/religioso/ético/de caballerosidad, existe una obligación personal o "suprapersonal" frente a la solidaridad. Al evitar la realización de un acto solidario existe una culpa por la falta al deber. Evitar la culpa y la vergüenza por la falta a la moral es un acto inherentemente y puramente egoísta.

Además, si vamos más allá al analizar las emociones involucradas y razones de ayudar a través de la solidaridad, encontraremos que al ayudar nos involucramos de manera emocional de tal manera que el acto se vuelve tan personal y por ende egoísta.

Por ejemplo, si realizamos un acto solidario por compasión, es porque existe la obligación moral relacionada por un temor empático. Al sentir compasión, uno siente empatía, se siente identificado con la situación del otro; eso sucede por la existencia de un temor implícito de que "me podría pasar a mi", por ende se actúa de manera solidaria para evitar la culpa y reprimir un idea "kármica" de que una situación similar le podría pasar a uno.

Otro ejemplo de actos solidarios que podríamos relacionarlos con una especie de patronazgo o sentimiento de superioridad. Savater de manera sutil habla de una responsabilidad adquirida en los modales aristocráticos en relación con la solidaridad (aunque el defiende el progresismo burgués). Existe un tema de obligación y de deber, ya que como ser "aristho" y superior se debe ejercer la ayuda solidaria frente a los "desamparados" e "inferiores". El no hacerlo es una postura "políticamente y aristocráticamente incorrecta", existe una culpa por la falta al deber; pero sobre todo el riesgo al rechazo y a la crítica frente a esta postura "incorrecta". Para evitar todo ello, es mejor ser solidario y de manera egoísta salvaguardar el honor y la reputación.

Personalmente creo que todo acto solidario, aunque no lo queramos es egoísta ya que encierra muchos intereses e intercambio de estímulos y emociones que le quitan ese sentido abnegado. No obstante, ser solidario aunque sea egoísta no quiere decir que sea malo, simplemente es bueno y saludable no negar la naturaleza de cualquier acto solidario y esa naturaleza es: El individuo siempre está primero al margen del tipo de acto que ejecute.

Magill Luminis