miércoles, 27 de febrero de 2008

Acto solidario, egoísmo innegable

Después de un largo hiato, me animo a entrar de nuevo a una fase creativa luego de recibir una inspiración de Polyhymnia, la musa de la retórica. Con ello presento este texto corto sobre la solidaridad:

Alguna vez se han preguntado ¿acaso no todo acto solidario encierra una huella de egoísmo? Al realizar un acto solidario, sin proponérnoslo, somos egoístas. Esto se debe a que todo acto solidario encierra siempre un fin ulterior (implícito o explícito) que denota que ninguno de estos actos son enteramente abnegados por mucho que queramos que sean así.

Si hablamos de la solidaridad, debemos denotar que esta es un valor y como tal está atado a un código, a una forma de actuar o pensar. Por ello, la ejecución de la solidaridad encierra egoísmo, ya sea para lograr un impulso positivo o evitar un impulso negativo.

Entonces ¿por qué los actos solidarios encierran este egoísmo? Una de las razones es que al realizar un acto solidario se obtiene (concientemente o inconcientemente) satisfacción personal, uno se siente bien con uno mismo al ser solidario. Por otro lado, uno puede llegar a ser solidario para tratar de evitar los cargos de conciencia que acarrea el evitar ser solidario. Si una persona sigue un código moral/religioso/ético/de caballerosidad, existe una obligación personal o "suprapersonal" frente a la solidaridad. Al evitar la realización de un acto solidario existe una culpa por la falta al deber. Evitar la culpa y la vergüenza por la falta a la moral es un acto inherentemente y puramente egoísta.

Además, si vamos más allá al analizar las emociones involucradas y razones de ayudar a través de la solidaridad, encontraremos que al ayudar nos involucramos de manera emocional de tal manera que el acto se vuelve tan personal y por ende egoísta.

Por ejemplo, si realizamos un acto solidario por compasión, es porque existe la obligación moral relacionada por un temor empático. Al sentir compasión, uno siente empatía, se siente identificado con la situación del otro; eso sucede por la existencia de un temor implícito de que "me podría pasar a mi", por ende se actúa de manera solidaria para evitar la culpa y reprimir un idea "kármica" de que una situación similar le podría pasar a uno.

Otro ejemplo de actos solidarios que podríamos relacionarlos con una especie de patronazgo o sentimiento de superioridad. Savater de manera sutil habla de una responsabilidad adquirida en los modales aristocráticos en relación con la solidaridad (aunque el defiende el progresismo burgués). Existe un tema de obligación y de deber, ya que como ser "aristho" y superior se debe ejercer la ayuda solidaria frente a los "desamparados" e "inferiores". El no hacerlo es una postura "políticamente y aristocráticamente incorrecta", existe una culpa por la falta al deber; pero sobre todo el riesgo al rechazo y a la crítica frente a esta postura "incorrecta". Para evitar todo ello, es mejor ser solidario y de manera egoísta salvaguardar el honor y la reputación.

Personalmente creo que todo acto solidario, aunque no lo queramos es egoísta ya que encierra muchos intereses e intercambio de estímulos y emociones que le quitan ese sentido abnegado. No obstante, ser solidario aunque sea egoísta no quiere decir que sea malo, simplemente es bueno y saludable no negar la naturaleza de cualquier acto solidario y esa naturaleza es: El individuo siempre está primero al margen del tipo de acto que ejecute.

Magill Luminis